Y es que el aquí tecleante, tiene la vintage manía de escribir con pluma.

Hasta que un buen día me topé con el regalo de la primera comunión que mis padres me hicieron, que no era otra cosa que un estuche con una pluma Parker 45 negra y un bolígrafo Jotter a juego. La cabeza se me iluminó en el acto, ya que las opciones para escribir eran tres, bolígrafo, lápiz y pluma. Descartada la primera por prohibición y la segunda por agotamiento manual, quedaba la Pluma.

Han pasado ya 32 años (Tempus fugit) y muchas plumas y tinteros han pasado ya por mis manos. Pero sigue siendo para mi incomparable la elegancia y las sensaciones que transmite una pluma cuando se desliza sobre el papel con su sonido característico.
Por supuesto que el menage-a-trois de la escritura tiene otros dos protagonistas, que son el papel, pero sobre todo, las tintas, dando estas últimas tantas posibilidades que darán para en el futuro una entrada en toda regla.
Puede que más de uno esté tentado a iniciarse en el mundo plumeril, como buena noticia al respecto, os comentaré que una pluma y un tientero para iniciarse en este mundillo, te cuestan lo mismo que un par de cubatas, con el aliciente que tienen de no sufrir de obsolescencia como tu teléfono móvil de 400€ o tu ordenador portátil de 1000€, a poco que cuides una pluma, te prestará décadas de servicio como poco.
Por cierto, las fotos aquí mostradas corresponden a algunas de las plumas que tengo en uso.
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