viernes, 28 de octubre de 2016

El futuro de las pensiones en España.



Pues eso… Que éramos pocos y parió la abuela que diría mi abuelo.

Ya se ha encargado nuestro querido gobierno en funciones AQUÍ de notificar a Bruselas que las reservas financieras para pagar las pensiones (La famosa “Hucha) se vaciará en unos 12 meses a lo sumo.

Dicho en corto, que para finales de 2017, no va a haber dinero para cubrir todo el gasto de la Seguridad Social

Y no será porque no se viera venir,

Me acuerdo muy bien durante mis años mozos, cómo Pedro Solbes, el que fue ministro de economía del último gobierno de Felipe González (Allá por 1994 nada menos), ya dejó bien claro AQUÍ que para el año 2020 la viabilidad del sistema de pensiones español iba a estar más que cuestionada, proponía que la gente fuera contratando planes de pensiones privadas por capitalización para complementar unos ingresos públicos que dicho muy suavemente, se iban a ver más que comprometidos. Que un simple examen a nuestra pirámide de población y a la tendencia irreversible a tener cada vez menos hijos y a edades más tardías, bastaban para darse cuenta que el castillo de naipes tarde o temprano se iba a caer.

Ni que decir tiene que le llovieron sopapos hasta de sus propios compañeros de partido, incluso Felipe González le debió convocar a capítulo para llamarle de todo menos guapo. Y claro, luego toca por supuesto envainársela en plan lapsus linguae, que no quería ser agorero, que eran unas reflexiones hechas sin meditarlas apenas… El clásico donde dije digo…

Pero claro, mira tú por donde 23 años después, nos encontramos cara a cara con semejante mihura dispuesto a embestirnos. Así que la pregunta del millón resulta del todo inevitable: ¿Y ahora QUE?

Porque se mire como se mire, las matemáticas no son interpretables, las opciones se reducen a dos, a saber:

1 – Reducir la cuantía de las pensiones a cobrar, aunque la inflación pueda explotar.
2 – Sacar dinero de donde sea para cubrir el déficit de la Seguridad Social.

La primera opción se puede llevar a cabo de forma sibilina, en plan por ejemplo tomar toda la vida laboral para el cálculo de la pensión… imaginaros el hachazo que se llevarían sobre todo la generación de parados de más de 50 años que la crisis ha dejado en la cuneta, o retrasando hasta los 70 años la edad de jubilación… sin comentarios.

La segunda implica achicharrarnos a impuestos en plan escandinavo, pero claro, a ver qué impuestos le vas a cobrar a un currela que gana unos 800€ al mes… siempre y cuando tenga contrato permanente…

…o más surrealista aún, a un pensionista para que pague las pensiones :-O

Está claro que ambas opciones amén de implicar un desgaste político enorme, van a implicar una nueva tanda de sacrificios para los pringados de siempre, o sea, gente como tú y como yo mi querido lector.

Si eres uno de tantos expatriados que nos hemos tenido que ir fuera a buscarnos un porvenir que en España no está totalmente cerrado, no hace falta ser un genio para darse cuenta que esto lejos de ser un aliciente para regresar a España, es otra piedra en el zapato para todo aquellos que quieran en un momento regresar, me temo que por otra parte ya se encargará el borrego de turno de exhortar a muchos de los que se han marchado de España a que vuelvan para trabajar en España, que sus carreras profesionales serán muy valoradas y bla bla bla bla bla… Y a apuntalar a todo quisqui vía impuestos, aunque no creo que esto último lo comenten, a lo sumo, de pasada y de forma velada.

No obstante, queda para una próxima entrada lo de volver a España, con su pros y contras al respecto.

A modo de colofón: Ya siento el retraso a la hora de publicar una nueva entrada, pero es que tenemos en la empresa trabajo a punta pala, y Antxon para no ser menos anda haciendo horas extras como un demonio, hasta el punto de trabajar hasta los sábados a jornada completa.

domingo, 16 de octubre de 2016

Jamón Jamón



Sobre los hábitos alimentarios de los británicos, es algo sobre lo cual se ha pontificado, y mucho entre aquellos que venimos a este país a trabajar o estudiar. Ni que decir tiene que suele ser uno de los temas estrella cuando dos españoles se juntan y empiezan a hablar de la vida en UK.

Estamos de trabajo en la empresa hasta los mismísimos, hasta el punto de andar el jefe rogando al personal para que hagan overtime. Este pasado sábado, no se me ha ocurrido otra que llevar al trabajo un sobre de lonchas de jamón…  que bastantes horas meto en el curro y ya iba siendo hora de darme un homenaje, faltaba para rematar un tinto de crianza, pero mejor dejamos los milagros para la virgen del Pilar.

Pero claro… uno que es un puñetero desalmado, no se le ha ocurrido otra cosa que poner unas cuantas lonchas en un plato y hacerles partícipes de la cata de excelencias que sólo el cerdo ibérico puede dar…

… Al principio, como que han sido pelín reticentes a probar las lonchas que les he ido ofreciendo, pero al final hasta para gente tan poco expresiva como ellos, no han podido disimular lo mucho que les ha gustado, les ha parecido delicioso, pensaban que iba a ser como el prosciutto italiano, pero no, les ha parecido una flipada de rico. Y es ahí cuando uno de ellos se me ha venido arriba y me ha comentado que el suele cocinar cosas de estilo hindú o tailandés los fines de semana, que el mismo reconoce que las beans con trozos de salchicha que suele almorzar delante de la pantalla del ordenador, son una porquería con la cual quitarse el hambre y continuar al pié del cañón.

La verdad, me sorprendió un poco oír eso, no lo voy a negar, puede que finalmente, quizá no todo esté perdido en temas culinarios.

Siguiendo esa sabia táctica de tacita a tacita, la próxima vez lo intentaré con una tortilla de patata.
 

domingo, 9 de octubre de 2016

Me gusta… (1)



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Agárrense a lo que tengan a mano, que esta entrada promete.

Cuando contemplaba embelesado el Panteón de Agripa, imaginar la cantidad de historias que sus piedras podrían contar si pudieran hablar. No me importaría pasarme una eternidad escuchándolas.

Los libros antiguos, ver desfilar entre mis manos sus amarillentas hojas, y leer sus historias que antes nacieron en mentes de hombres y mujeres que murieron hace eones en algunos casos.

Escribir con estilográfica, sentir ese suave rasgueo característico de un plumín sobre el papel, lo mismo puede ser ideas o pensamientos de lo más variopintos que la lista de la compra del sábado.

La soledad, la soledad con mayúsculas, estar solo en un monte o en medio de un bosque con la mirada perdida en un punto indeterminado en el horizonte, no oír nada más que tus pensamientos brotar sin que nada ni nadie los interrumpa, tomar entre mis manos la pluma y ponerme a garabatear en mi libreta la primera chaladura que haga brotar la inspiración del momento.

Un retiro espiritual en un monasterio perdido entre las montañas, ponerte a buscar respuestas a infinidad de preguntas que siempre has tenido ahí encerradas en un rinconcito de tu mente, aún sabiendo de antemano que no vas a hallar ninguna que te satisfaga.

Leer, asimilar conceptos y cosas nuevas, leer con voracidad casi física, me considero un yonki del saber, todo aquello que esté relacionado con la historia, la geografía o la tecnología me resulta irresistible.

El mar, oír el rumor de las olas rompiendo contra una costa rocosa, especialmente cuando hay tormenta y muestran todo su poder ante la frágil naturaleza humana.

Los cementerios, pasear entre tumbas, contemplar a mi alrededor el cómo a Caronte le da igual lo que hayas hecho, querido, odiado, amado, soñado o padecido en tu vida, ver sus epitafios como breves resúmenes de lo que inspiraron a sus seres queridos.

Ser un fiel seguidor de esa máxima de Oscar Wilde que dice “No hay segunda oportunidad pala la primera impresión”, pocas veces me ha fallado mi intuición al respecto cuando he conocido a alguien por primera vez, a pesar de que me consideran y me considero como tremendamente cuadriculado.

Una conversación inteligente, sentir que más allá de lo que me cuentan hay alguien con curiosidad intelectual, que despierte mi admiración y me abran el apetito por saber más acerca de lo que me cuentan, no dejar jamás de ser un alumno al respecto.

Ser políticamente incorrecto, y que lo sean también conmigo, conocer la opiniones de otros sin filtrar por ganas de agradar o caer simpático, un buen combate dialéctico sobre un tema o materia en concreto, de esos que te obliga a exprimir tus neuronas al máximo.

Los domingos mañaneros, cuando te vas despertando poco a poco, sin prisas, dejando que la pereza haga su trabajo y de repente, saltar de la cama como un resorte. O bien quedarme en ella toda la santa mañana retozando con las mujeres de mi vida, mientras me sujetan entre las dos y me hacen cosquillas, o bien las doy pequeños mordiscos. Continuar la faena una vez levantado, con un buen desayuno a base de huevos con beicon y salchichas, eso sí, acompañado de un buen tazón de… Te Rojo (Ha ha ha ha).

Mis tiempos de crápula han quedado atrás, aunque a veces hago alguna que otra excepción pero sin los excesos de antaño, que el cuerpo ya no procesa igual las resacas con los cincuenta a la vista que a los 20, pero sigo por igual disfrutando de la buena compañía de los colegas las escasas veces que nos juntamos de nuevo. Me sigue gustando la buena música en directo, hace que las canas pesen menos.

Soy un melómano empedernido, me encanta entrar en una tienda de discos y dejar que el tiempo en ella se detenga, pasar títulos y más títulos, admirar sus portadas, pocas son las veces que no salgo de la tienda con uno o dos ejemplares en la mano. Aunque he sucumbido a la practicidad de las listas de reproducción, no puedo dejar de sentirme hasta cierto punto como un traidor.

Y por hoy lo dejo, ya tocará otra entrega en su momento.

Y a ti querido lector, ¿Qué es lo que te gusta?