domingo, 9 de octubre de 2016

Me gusta… (1)



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Agárrense a lo que tengan a mano, que esta entrada promete.

Cuando contemplaba embelesado el Panteón de Agripa, imaginar la cantidad de historias que sus piedras podrían contar si pudieran hablar. No me importaría pasarme una eternidad escuchándolas.

Los libros antiguos, ver desfilar entre mis manos sus amarillentas hojas, y leer sus historias que antes nacieron en mentes de hombres y mujeres que murieron hace eones en algunos casos.

Escribir con estilográfica, sentir ese suave rasgueo característico de un plumín sobre el papel, lo mismo puede ser ideas o pensamientos de lo más variopintos que la lista de la compra del sábado.

La soledad, la soledad con mayúsculas, estar solo en un monte o en medio de un bosque con la mirada perdida en un punto indeterminado en el horizonte, no oír nada más que tus pensamientos brotar sin que nada ni nadie los interrumpa, tomar entre mis manos la pluma y ponerme a garabatear en mi libreta la primera chaladura que haga brotar la inspiración del momento.

Un retiro espiritual en un monasterio perdido entre las montañas, ponerte a buscar respuestas a infinidad de preguntas que siempre has tenido ahí encerradas en un rinconcito de tu mente, aún sabiendo de antemano que no vas a hallar ninguna que te satisfaga.

Leer, asimilar conceptos y cosas nuevas, leer con voracidad casi física, me considero un yonki del saber, todo aquello que esté relacionado con la historia, la geografía o la tecnología me resulta irresistible.

El mar, oír el rumor de las olas rompiendo contra una costa rocosa, especialmente cuando hay tormenta y muestran todo su poder ante la frágil naturaleza humana.

Los cementerios, pasear entre tumbas, contemplar a mi alrededor el cómo a Caronte le da igual lo que hayas hecho, querido, odiado, amado, soñado o padecido en tu vida, ver sus epitafios como breves resúmenes de lo que inspiraron a sus seres queridos.

Ser un fiel seguidor de esa máxima de Oscar Wilde que dice “No hay segunda oportunidad pala la primera impresión”, pocas veces me ha fallado mi intuición al respecto cuando he conocido a alguien por primera vez, a pesar de que me consideran y me considero como tremendamente cuadriculado.

Una conversación inteligente, sentir que más allá de lo que me cuentan hay alguien con curiosidad intelectual, que despierte mi admiración y me abran el apetito por saber más acerca de lo que me cuentan, no dejar jamás de ser un alumno al respecto.

Ser políticamente incorrecto, y que lo sean también conmigo, conocer la opiniones de otros sin filtrar por ganas de agradar o caer simpático, un buen combate dialéctico sobre un tema o materia en concreto, de esos que te obliga a exprimir tus neuronas al máximo.

Los domingos mañaneros, cuando te vas despertando poco a poco, sin prisas, dejando que la pereza haga su trabajo y de repente, saltar de la cama como un resorte. O bien quedarme en ella toda la santa mañana retozando con las mujeres de mi vida, mientras me sujetan entre las dos y me hacen cosquillas, o bien las doy pequeños mordiscos. Continuar la faena una vez levantado, con un buen desayuno a base de huevos con beicon y salchichas, eso sí, acompañado de un buen tazón de… Te Rojo (Ha ha ha ha).

Mis tiempos de crápula han quedado atrás, aunque a veces hago alguna que otra excepción pero sin los excesos de antaño, que el cuerpo ya no procesa igual las resacas con los cincuenta a la vista que a los 20, pero sigo por igual disfrutando de la buena compañía de los colegas las escasas veces que nos juntamos de nuevo. Me sigue gustando la buena música en directo, hace que las canas pesen menos.

Soy un melómano empedernido, me encanta entrar en una tienda de discos y dejar que el tiempo en ella se detenga, pasar títulos y más títulos, admirar sus portadas, pocas son las veces que no salgo de la tienda con uno o dos ejemplares en la mano. Aunque he sucumbido a la practicidad de las listas de reproducción, no puedo dejar de sentirme hasta cierto punto como un traidor.

Y por hoy lo dejo, ya tocará otra entrega en su momento.

Y a ti querido lector, ¿Qué es lo que te gusta?

4 comentarios:

  1. Una de prueba : Escribo comentarios y no salen publicados.

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  2. Hola
    También me gusta leer, sentarme con mi té Verde y un buen libro, o el national geographic historia. Me relaja la playa a primera y última hora y pasear por el bosque. Y en otoño, comer castañas asadas para merendar los fines de semana. Por otro lado, una buena comida y sobremesa con familia y amigos, de las que se alargan hasta cena. Esto es una pequeña parte de las pequeñas cosas que me hacen feliz- sentirme bien. Gracias por tu blog.

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  3. Buenas noches,

    Gracias por comentar.

    Los italianos lo llaman "Dolce far niente", no quemarse e intentar degustar momentos en los que la norma es dejar que el tiempo transcurra sin pensar en su cuantía.

    Antxon.

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