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Agárrense a
lo que tengan a mano, que esta entrada promete.
Cuando
contemplaba embelesado el Panteón de Agripa, imaginar la cantidad de historias
que sus piedras podrían contar si pudieran hablar. No me importaría pasarme una
eternidad escuchándolas.
Los libros
antiguos, ver desfilar entre mis manos sus amarillentas hojas, y leer sus
historias que antes nacieron en mentes de hombres y mujeres que murieron hace
eones en algunos casos.
Escribir con
estilográfica, sentir ese suave rasgueo característico de un plumín sobre el
papel, lo mismo puede ser ideas o pensamientos de lo más variopintos que la
lista de la compra del sábado.
La soledad,
la soledad con mayúsculas, estar solo en un monte o en medio de un bosque con
la mirada perdida en un punto indeterminado en el horizonte, no oír nada más
que tus pensamientos brotar sin que nada ni nadie los interrumpa, tomar entre mis manos la pluma y ponerme a garabatear en mi libreta la primera chaladura que haga brotar la inspiración del momento.
Un retiro
espiritual en un monasterio perdido entre las montañas, ponerte a buscar
respuestas a infinidad de preguntas que siempre has tenido ahí encerradas en un
rinconcito de tu mente, aún sabiendo de antemano que no vas a hallar ninguna
que te satisfaga.
Leer,
asimilar conceptos y cosas nuevas, leer con voracidad casi física, me considero
un yonki del saber, todo aquello que esté relacionado con la historia, la
geografía o la tecnología me resulta irresistible.
El mar, oír
el rumor de las olas rompiendo contra una costa rocosa, especialmente cuando
hay tormenta y muestran todo su poder ante la frágil naturaleza humana.
Los
cementerios, pasear entre tumbas, contemplar a mi alrededor el cómo a Caronte
le da igual lo que hayas hecho, querido, odiado, amado, soñado o padecido en tu
vida, ver sus epitafios como breves resúmenes de lo que inspiraron a sus seres
queridos.
Ser un fiel
seguidor de esa máxima de Oscar Wilde que dice “No hay segunda oportunidad pala
la primera impresión”, pocas veces me ha fallado mi intuición al respecto
cuando he conocido a alguien por primera vez, a pesar de que me consideran y me
considero como tremendamente cuadriculado.
Una
conversación inteligente, sentir que más allá de lo que me cuentan hay alguien
con curiosidad intelectual, que despierte mi admiración y me abran el apetito
por saber más acerca de lo que me cuentan, no dejar jamás de ser un alumno al
respecto.
Ser
políticamente incorrecto, y que lo sean también conmigo, conocer la opiniones
de otros sin filtrar por ganas de agradar o caer simpático, un buen combate
dialéctico sobre un tema o materia en concreto, de esos que te obliga a exprimir
tus neuronas al máximo.
Los domingos
mañaneros, cuando te vas despertando poco a poco, sin prisas, dejando que la
pereza haga su trabajo y de repente, saltar de la cama como un resorte. O bien
quedarme en ella toda la santa mañana retozando con las mujeres de mi vida,
mientras me sujetan entre las dos y me hacen cosquillas, o bien las doy
pequeños mordiscos. Continuar la faena una vez levantado, con un buen desayuno
a base de huevos con beicon y salchichas, eso sí, acompañado de un buen tazón
de… Te Rojo (Ha ha ha ha).
Mis tiempos
de crápula han quedado atrás, aunque a veces hago alguna que otra excepción
pero sin los excesos de antaño, que el cuerpo ya no procesa igual las resacas
con los cincuenta a la vista que a los 20, pero sigo por igual disfrutando de
la buena compañía de los colegas las escasas veces que nos juntamos de nuevo.
Me sigue gustando la buena música en directo, hace que las canas pesen menos.
Soy un
melómano empedernido, me encanta entrar en una tienda de discos y dejar que el
tiempo en ella se detenga, pasar títulos y más títulos, admirar sus portadas,
pocas son las veces que no salgo de la tienda con uno o dos ejemplares en la
mano. Aunque he sucumbido a la practicidad de las listas de reproducción, no
puedo dejar de sentirme hasta cierto punto como un traidor.
Y por hoy lo
dejo, ya tocará otra entrega en su momento.
Y a ti querido lector, ¿Qué es lo que te gusta?
Una de prueba : Escribo comentarios y no salen publicados.
ResponderEliminarBuenas noches,
EliminarPues este si que ha salido publicado.
Antxon.
Hola
ResponderEliminarTambién me gusta leer, sentarme con mi té Verde y un buen libro, o el national geographic historia. Me relaja la playa a primera y última hora y pasear por el bosque. Y en otoño, comer castañas asadas para merendar los fines de semana. Por otro lado, una buena comida y sobremesa con familia y amigos, de las que se alargan hasta cena. Esto es una pequeña parte de las pequeñas cosas que me hacen feliz- sentirme bien. Gracias por tu blog.
Buenas noches,
ResponderEliminarGracias por comentar.
Los italianos lo llaman "Dolce far niente", no quemarse e intentar degustar momentos en los que la norma es dejar que el tiempo transcurra sin pensar en su cuantía.
Antxon.