Está claro
que salir de tu país para irte a trabajar a otro no es moco de pavo. Pero ya lo
que es inusual es venirse de Erasmus al Reino Unido, y puestos a dar el triple
salto mortal, es hacerlo a los 55 años con una rara mezcla de ilusión juvenil
por un lado, y de madurez y fortaleza mental que sólo un tipo como Joseba
Quintana puede exhibir sin complejos.
Nos
reconocimos en un pub por nuestro acento español, al pedir casi al unísono la
misma pinta de Guiness, no tardando más de diez segundos en saber que yo soy de
Santurce y el de Bilbao, saliendo casi de forma automática la famosa canción
entre risas y la sensación agradable que te da hallar a un casi vecino en la
otra punta de Europa.
No tardamos
mucho en darnos los teléfonos y en quedar a la siguiente semana para tomar
algo. Me contó que una vez terminados los estudios, le ofrecieron la
posibilidad de irse de Erasmus, cosa a la cual dijo que si con rotundidad, que
nunca es tarde para expandir horizontes ni para enriquecer su bagaje vital con
una experiencia como la de irse a vivir y a trabajar a otro país, que ni
siquiera su limitado conocimiento del inglés le refrenó.
Empezó de
Erasmus en un hotel como pinche de mantenimiento, lo que aquí se dice un
Handyman, que lo mismo te vale para dar una mano de pintura a una valla de
madera que para reparar una línea telefónica en una habitación que no funciona,
pasando por instalar una par de focos halógenos en la recepción. Ya desde el
primer día quedó claro para el personal del hotel, que no estaban ante el
típico jovenzuelo estudiante alocado que se dedica a mirar más el culo a las
camareras de piso, que a hacer bien su trabajo, para regocijo del mánager.
Estaba claro que Joseba llevaba muchos años de oficio a sus espaldas y eso se
tradujo en que nada más finalizar su período de Erasmus, le hicieron un
contrato permanente a jornada completa.
A mi
personalmente me parece un estupendo ejemplo de coraje y de tenacidad, de
persona que no se arruga ante los desafíos, que conoce sus limitaciones y no
fuerza la maquinaria más allá del límite, que a pesar de su edad es un tipo con
empuje, al cual muchos podían tomar como modelo, y no deja de resultar patético
como en España todo eso a la hora de buscar trabajo no te sirve de nada cuando
ven en tu curriculum que tienes 55 años, no siguen leyendo, no interesa lo más
mínimo.
Y así poco a
poco, entre pintas de Guiness y risas, fuimos mutuamente conociéndonos,
compartiendo gustos, aficiones, y excursiones aquí y allá. Desmenuzamos sin
compasión pasajes pretéritos de nuestras vidas, sobre lo que pudo ser y no fue,
y sobre de que no pudo ser y fue también, no habiendo lugar para derramar una
sola lágrima sobre leche derramada, sino para encarar el futuro con ilusión y
ganas, pero también con esa incertidumbre que le es inherente.
Hasta que la
cosa llegó a su fin.
Por razones
que no voy a contar, al final Joseba se volvió a España, poniendo punto final a
su peripecia vital en tierras británicas, pero os prometo que no lo hizo sin
sentir una punzada de tristeza cuando quedamos por última vez en nuestro pub de
referencia a tomar a última pinta de Guiness, trataba de mantener la
compostura, pero al final tras la cuarta pinta ya era imposible disimular la
pena en sus ojos.
Sólo espero
que le vaya estupendamente en su Bilbao natal.
Bonita entrada. Los que hemos vivido algo parecido, sabemos lo admirable que es tal acción.
ResponderEliminarUf, lo de la edad en España es deprimente. Con lo bien que nos conservamos!! jaja.
Buenas noches,
EliminarEs algo que siempre podrá lucir con orgullo en su almanaque particular, de lo cual me alegro.
Antxon.