Eso decían los
antiguos… que el tiempo vuela.
Ya van para 8 meses
desde que me marché de UK a la carrera, pero me sigue pareciendo que
fue ayer cuando lo hice. Lo cual no deja de ser un prueba de lo
volátil que puede resultar la vida alrededor de uno, de cómo de un
plumazo lo mismo puedes ascender, e igualmente, derrumbarte como un
castillo de naipes a un soplo…. Dust in the wind que cantaba
Kansas.
Del mismo modo que me tocó adaptarme a un país como UK, no me
imaginé que tuviera que hacer lo mismo a mi regreso… volver a
adaptarme a los usos y costumbres del País Vasco, algunos de los
cambios que los más allegados observaron en mí fueron el hecho de
que hablaba bajito y que me había vuelto excesivamente educado, que
el Antxon que se marchó a UK pedía una cerveza en plan “Una caña”
previa suelta por mi parte de 20€ al barman… ahora con tres tonos
de voz más bajos, es algo como “ Disculpe, ¿Podría servirme una
cerveza?” y echar mano instintivamente a la cartera para sacar no
un billete, sino mi tarjeta de crédito.
Ni que decir tiene
que la cara del barman y la de mis colegas era todo un poema.
Parece que con el
Sorry vamos haciendo algún que otro progreso, porque antes era junto
a Cheers y Really? El pan nuestro de cada día, pero llega un momento
en que te acostumbras a las caras de extrañeza de la gente cuando se
te escapa.
Eso si, cuppa va,
cuppa viene… que no falte una humeante taza de té para empezar las
mañanas.
Otra muy divertida
(Por decir algo) fue cuando vino a recogerme mi queridísima esposa
al aeropuerto… después de los consabidos besos y abrazos tanto a
ella como a la niña de mis ojos, tocó el momento de ir al coche y
meter las maletas… el caso es que me ofrecí para conducir y no se
me ocurre otra cosa que entrar al coche por el lado derecho.
Ni que decir tiene
que las caras de perplejidad de las dos se encargaron de recordarme
donde estaba el volante. Aunque siempre es mejor eso que no meterte
en una rotonda por el lado opuesto, como hice camino de casa, menos
mal que era de noche y que no había tráfico.
Por si algún
avispado lector no lo sabía, al igual que todos los demás miembros
del trabajo tiene un mote independientemente de lo que le guste o no,
el del aquí tecleante es cómo no “El inglés”.
Por cierto, que hace
poco se me acercó una compañera de trabajo que tiene una hija que
se quiere ir a Londres, y que quiere que la aconseje respecto a cómo
desenvolverse por allí… lo divertido es que la chavala tiene 18
años y tiene un nivel de inglés tan maravilloso como el mío con el
estonio…
Aunque eso ya es
materia para otra entrada.