domingo, 5 de febrero de 2017

Heroin Chic



Some spare change??

Seguro que todos aquellos que habéis vivido en Gran Bretaña hemos oído esa expresión más de una vez, ya que suele ser la forma que los mendigos te suelen pedir dinero.

Una cosa que me ha sorprendido mucho de este país, es ver a enorme cantidad de mendigos (Homeless) que hay en sus calles. No deja de ser chocante visto el casi nulo nivel de desempleo que tienen, ver gente que viven como ratas en la miseria. El primer pensamiento que cruza por tu mente es el porqué no tienen un trabajo que mejor o peor pagado, les permita vivir de una manera al menos digna. Vale que en España tenemos un desempleo tercermundista, pero en el condado donde yo vivo… la tasa de desempleo es del 2,2%

Hasta que te percatas de las dimensiones que el problema de las drogas y el alcoholismo suponen aquí en Gran Bretaña. La mayoría de los Homeless que te sueles encontrar, o bien son lo primero o bien lo segundo. No es infrecuente ver gente que va por las calles un día de labor a las 11 de la mañana abrazados a su Pint Can haciendo eses, o simplemente tirados en el suelo sobre cartones, la verdad, es una imagen patética en muchos casos. También recuerdo muy bien toparme una vez con un hombre de no más de 35 o 40 años que fácilmente podía aparentar 25 más pedirme algo de cambio suelto… el detalle es que en esta ocasión estaba sentado en un banco de un parque y a su lado tenía una jeringuilla sobre un papel sospechosamente doblado…

-          No thanks   Fue mi respuesta que me salió de forma casi automática.

No es mi política darles limosna alguna, eso no hace más que alimentar su problema, siempre pienso que es mejor pescar por ti mismo que dar peces, pero siempre existe esa consabida excepción que hace que todos tus esquemas se desplomen con estrépito.

Iba esta mañana camino del banco, ya que tenía que realizar algunas gestiones relativas a mis ahorros en Gran Bretaña, y al salir del banco, oigo una voz a escasos dos metros de mi diciéndome el consabido Some spare change?

No sabría decir por qué me di la vuelta exactamente, tal vez esta vez lo hice porque era la voz de una chica joven, no tendría más de 18 o 20 años, de ojos plateados y pelo rubio pajizo que le caía a mechones cortos por la frente, las pecas de la cara acentuaban más aún si cabe su aspecto juvenil, en suma, unas facciones verdaderamente bonitas. No me pude fijar en más, ya que estaba en cuclillas en el suelo arropada por un edredón blanco que había conocido días mejores, desde luego que era una preciosidad, pero algo había que no encajaba, tenía la piel de gallina a pesar del edredón que la envolvía y la temperatura razonablemente buena que había en la calle, un ligero temblor al hablar y algo que me llamó mucho la atención, es que tenía las pupilas pequeñas como cabezas de alfiler, me quedé mirando por unos breves segundos a esto último, cosa de la cual se percató al instante, pues de forma instintiva bajó la vista de forma muy leve, como sintiendo vergüenza de algo de lo cual me percaté.

-          Heroin??  Brotó de mi boca la palabra desde mis pensamientos, sin poder evitarlo
-          Yes…  Es lo que me contestó casi en un susurro mientras bajaba aún más la cabeza.

Me invadió una tristeza extraña, por un fugaz momento pensé en que podía ser perfectamente mi hija dentro de diez años y la sensación mudó de tristeza a vértigo, como cuando te asomas a un abismo del cual sólo te separa un paso.

Se me agolparon en mi cabeza un montón de pensamientos, como cuando un dique se rompe y el agua lo inunda todo descontroladamente. Pensé en sus padres por un instante, en sus seres queridos, en sus amigas de la infancia, en su primer amor a los 15, en que podría estar estudiando algo que llenase sus horas y su cabeza, en que pudiera tener un novio que la hiciera feliz a su lado, en sus sueños e ilusiones como sólo se tienen a los 18 años, con toda una vida por delante y energías para llevarlos a cabo.

Todo eso truncado de raíz por la heroína.

La di finalmente unas tres libras, era toda la calderilla que llevaba en ese momento, sacó la mano temblorosa de dentro del edredón y pude ver cómo por un fugaz instante me sonrió. Fue una sonrisa de agradecimiento sincero, o al menos eso quise creer, mientras en otro susurro me decía Thanks, God bless you… Y volvía a hundir su cabeza dentro del edredón.

Me largue de allí rápido mientras en mi cabeza retumbaba la pregunta del millón ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?...